Un mar de libros

Prohibido leer a Lewis Carroll

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[Una reseña enviada por Sandra Franco Álvarez]

Aunque resulte sorprendente, en el año 1931 el gobernador de la provincia de Hunan de Sanghai, General Ho Chien, prohibía leer a Lewis Carroll.

Prohibido leer a Lewis Carroll, editada por Anaya, narra la historia de una institutriz o desastriz o disimulatriz francesa que en 1932 viaja a Nueva York para cuidar a una niña de 10 años. Alice tiene una irrefrenable pasión por el mundo creado por Lewis Carroll en sus obras lo que ha provocado que sus padres le prohiban rotundamente tener contacto con los libros de Carroll. Eugène, la pelirroja institutriz, deberá evitar a toda costa que la niña se entere de que Alice Liddell, la auténtica Alicia que inspiró a Carroll, va a visitar en breve la ciudad para recibir un homenaje en la Universidad de Columbia.

La diversión de este libro está ya garantizada desde su primera página. Narrada de forma ágil, inteligente, juguetona y donde abunda el nonsense de Lewis Carroll.

Los personajes de este libro son especiales, como especial es la Alicia de Carroll. Además, ese sinsentido en el que se ven envueltos nos divierte, como por ejemplo cuando la institutriz pasa a ser la desastriz o la disimulatriz. El caos, por tanto, gracias a ese juego de palabras y situaciones, se vuelve atractivo en esta historia; caos que el escritor nos lo muestra a la velocidad de los hechos. No creo que describir el caos sea tarea fácil. Muy al contrario.

También el tándem creativo que forman Diego Arboleda y Raúl Sagospe hace que la obra se vuelva extraordinaria: uno lo escribe y el otro lo interpreta no sólo desde la visión del escritor sino del propio lector, con el logro de unas ilustraciones que “engrandecen” la historia.

Pero además de la diversión, buena escritura y genialidad en el ritmo, esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de los sueños.

Desde que publicaron Prohibido leer a Lewis Carroll, Diego Arboleda y Raúl Sagospe no han dejado de recibir premios literarios y con toda la razón.

[Una reseña enviada por Sandra Franco Álvarez]

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